sábado, 10 de enero de 2009

Gracias María Elena






A Maria Elena Walsh
10.01.2011
Antes aún que mis niños nacieran, yo ya cantaba con mi guitarrita en todas partes, la Reina Batata, la Tortuga Manuelita, al este y al Oeste...,y con algunas amigas corajudas, hicimos animaciones en la Rural y en fiestas Infantiles de la mano de todos los personajes que María Elena nos parió en el alma.
Luego, vinieron mis hijos. Y para ellos hubo más y más notas sin fin, disfraces y la misma guitarra o acaso alguna otra, prestada, me parece, no me acuerdo.
Hoy, me contaron que ella partió a nacer en otro cielo, a soñar otro sueño, a inspirar mas corazones y manitos.
Así, que, aunque estoy triste por su ausencia, la imagino liberada, al fin! de tanto bastón y tanta silla de ruedas, corriendo sin medida y cantando debajo de la ventana del gato que pes...., o abriendo la tintorería de París..., generando mas otoños imperdonables, mas jardineros de soles...
por fin libre, por fin aire, por fin alma.
Gracias María Elena
PD: Espero que cuando yo me vaya, ya hayas grabado canciones nuevas en los nuevos cielos de la Nueva Tierra...y tengas una guitarra para prestarme. Tal vez allí aprenda algún tono más de los únicos tres que siempre supe: LA ...MI...RE....
D.C:C:



Sugiero que paseen por cada verso de este poema, es un sendero de descubrimiento y maravilla
que lo disfruten!...


De mis tiempos

En mis tiempos había tiempo.

Recuerdo bien que por ejemplo

la higuera derramaba esparcimiento

y una rosa nos durabamucho más que cualquier empleo.

Por otra parte las siestas

se pedían prestadas a la muerte.


Quizás el tiempo era como las frutas,

se regalaba a los vecinosdespués de verlo madurar.

Se compartía en las veredas,

entre abanicos y señoresde sosegada camiseta,

mientras parsimoniosamenteiban escobas y venían

amontonándolo como importante.

Y la eternidad, sentadita en su silla de paja, porque sí.


Es que era siempre tan temprano

y tan segura la abundancia,

la inundación de treguas oportunas,

que se guardaba el tiempo en los sombreros

y un día se lo derrochaba todo

en un solo saludo, saludando.


Uno viajaba en libro a todas partes

y visitaba diferentes ocios:

el de al lado, el de enfrente, el de las tías.

No se había inventadoel maleficio de la prisa, no.

De ninguna manera.

Los espejosesperaban de sobra

que uno peinara su pausado pelo,

que uno se terminara de encontrar.


El tiempo era un perfume

y no veníanadie a medirlo ni guardarlo en cajas.

Los trenes todo lo que hacíanera aludirlo en los horarios.


Se podía llorar a gusto

porque eran lentos los rincones,

o quizás porque había aún macetas

donde depositar una lágrima

sin que las flores se opusieran.

0 porque la llovizna hablaba

en un idioma sin resentimiento.


Todos usaban tiempo y lo perdíamos,

cómplices de su lujosa concurrencia,

y hasta el hastío

era un modo de ser de los balcones

que enternecía delicadamente.


Creo que todavía queda un poco

de tiempo verdadero, pero lejos

Pero muy lejos, en algunos patios,refugiado en aljibes.


Se queda todavía en niños solos

que reinan sobre umbrales

y en la lustrada majestad del gato.

Supongo, ya no sé, nada sabemos.


Tiempo sin ser castigo.

Yo llegué a conocerlo:

está enterradoen lo más vivo de mi corazón.

Después vinieron los relojes.


María Elena Walsh